Números
gordos en el análisis
económico-financiero
David
Méndez Baiges
Con la colaboración de Luis de la Serna Ciriza
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Prólogo de
Francisco Álvarez
Molina
del
libro "Números gordos en el análisis
económico-financiero " de David Méndez Baiges
Hay
libros que si no se hubieran escrito se hubiesen echado de menos. No
crea usted, respetado lector, que es mi intención empezar
este
prólogo con una frase de estilo, no. Se trata simplemente de
calificar, de entrada, las páginas que tiene usted en sus
manos,
y estoy convencido de que cuando las haya leído, o
consultado,
compartirá conmigo estos propósitos iniciales.
Mi admirado profesor Laborit demostró y difundió
ampliamente sus tesis sobre el cerebro reptil, poniendo
también
en evidencia los circuitos del placer, de la frustración, y
del
conocimiento, que nuestro cerebro posee. Según
él, todo
ser humano nace como mínimo con los cuatro instintos
básicos del cerebro reptil, que son: la
alimentación
(muerte rápida en su ausencia), el movimiento (muerte a
corto
plazo si no cambiamos de sitio una vez que hemos comido lo que nos
rodea), la reproducción (muerte a medio plazo si no nos
organizamos en grupo para sobrevivir), y la agresividad, que no la
violencia, indispensable para ganar o defender
“nuestro”
alimento. Según Henri Laborit, a partir de ese cerebro
reptil,
se pueden desarrollar un sinfín de percepciones y de
comportamientos, como son el placer, la frustración o el
conocimiento que el cerebro integra, enriqueciéndose, y que
es
capaz de transmitir genéticamente. La transmisión
del
conocimiento es lo que demuestra la evolución de la
sociedad. El
profesor Laborit también defendía que la
evolución
del cerebro humano, tanto en volumen como en contenido, necesitaba unos
ciclos naturales, cuya alteración por métodos
bruscos,
podía producir comportamientos incontrolados,
desorientación... y destrucción. En los
últimos
años de su vida expresaba cierta intranquilidad en cuanto a
los
impactos que podía tener en la evolución del
cerebro
humano la infinita, constante y creciente, cantidad de
información que recibimos, y que por reflejo adquirido,
intentamos almacenar y razonar con la misma velocidad de la
recepción, sin ser conscientes de que las aptitudes de
nuestro
cerebro no se transforman a la misma velocidad.
Lo que mi querido profesor defendía encadena perfectamente
con
lo que muchos psicólogos y sociólogos analizan
desde hace
tiempo sobre las posibles consecuencias en nuestra sociedad del
fenómeno conocido por 2P2I, que algunos denominan PIPI.
Podemos
constatar, sin grandes esfuerzos intelectuales, que vivimos en una
sociedad donde la información es Permanente (24 horas al
día), Planetaria (sabemos todo de los cinco continentes),
Inmediata (se nos comunica al instante), e Inmaterial. Por lo que los
expertos dicen, las consecuencias del 2P2I en nuestro comportamiento
son impredecibles, ya sea porque somos incapaces de asimilar todo lo
que leemos, oímos y vemos, o porque, aprovechando el
contexto,
hay escritores y comunicadores que se aprovechan de la
situación
para difundir cualquier tema sin el necesario rigor. Es
fácil
constatar que, por ejemplo, los análisis
bursátiles
(sector en el que he desarrollado toda mi vida profesional)
están muy impactados por el contexto producido por el 2P2I,
en
el sentido de que la desorientación es, en muchas ocasiones,
total, y en otras voluntariamente engañosas.
Valgan como ejemplos dos comentarios recientes de ilustres estrategas
de inversión:
- “Con el tiempo puede ocurrir que se disparen una gran
cantidad
de gatillos y haya cascadas y cascadas de compras”.
- “No importa cuál sea la causa de una venta
masiva, pero
algún día algo puede asustar a los inversores
otra
vez”.
Desconozco qué tipo de altos estudios hay que realizar para
hacer
semejantes declaraciones, pero viniendo de conocidos
“super-expertos”
en inversión, que aconsejan el mejor uso de nuestro dinero,
he
preferido no citar sus nombres por vergüenza ajena. Yo no
sé qué haría
si, al ir a ver a un médico para verificar mi estado de
salud,
su
respuesta fuese: “no sé qué tiene
usted, pero estoy
seguro de que algún
día le va a ocurrir algo”. Y podemos considerar
que, al
límite, frases
vanas que aseveran evidencias son menos peligrosas que las que dicen
“compren las acciones de la empresa X”, cuando el
analista
que las
escribe o las pronuncia trabaja para un intermediario financiero que
está vendiendo las acciones de la empresa X, porque no nos
engañemos,
los analistas, en general, son empleados de entidades financieras.
¿Y qué decir de los analistas-comentaristas que
todas las
mañanas nos explican por qué la bolsa sube o
baja? Hace
una semana leía, atónito, un titular que estuvo a
punto
de agriarme el café; bueno, en realidad me lo
agrió. El
titular decía “Crash bursátil, se han
vendido en
Bolsa 5.500 millones de euros”. Pensaba en las miles de
personas
que estaban leyendo lo mismo que yo... y que se lo estaban
creyendo, es decir que en Bolsa, ese día, sólo se
había vendido, nadie
había comprado, cuando en Bolsa, una cotización
solo se
puede
establecer si existe una compra-venta, es decir que el titular
podría
haber sido perfectamente “A pesar del Crash se han comprado
en
Bolsa
5.500 millones de euros”. Pero ¿por qué
se
utilizó la palabra vender?
Algo parecido ocurre con un sinfín de propósitos
y de
publicaciones que existen sobre los aspectos financieros en general y
sobre el sector empresarial en particular, lo que implica la necesidad
de disponer de obras de referencia, que nos alejen del
síndrome
2P2I, y que difundan y que enriquezcan eficazmente nuestros
conocimientos. Ya está bien de gurús, de
jóvenes y
de menos jóvenes aparentemente brillantes, y de aprendices
de
brujos que, por haber acertado algo en alguna que otra
ocasión
se auto-proclaman expertos en mercados, en finanzas y en empresas,
sectores de los que no entienden nada o que tratan de manipular,
consciente o inconscientemente, con un lenguaje técnico que
pocos entienden. La economía, las finanzas y las empresas
son
temas muy serios que no tienen nada que ver ni con brillantes
oratorias, ni con las quinielas, ni con la bonoloto.
Analicemos y reflexionemos, actitudes a las que acordamos muy poco
tiempo en un contexto social en el que la celeridad en llegar a
conclusiones es casi una obligación, para constatar
más
tarde que las
conclusiones son erróneas. ¿Cuántos
libros conoce
usted que aborden,
con un lenguaje simple, los temas relacionados con la empresa y con el
entorno financiero-económico que la rodea? Insisto sobre los
términos
“lenguaje simple” porque existen miles de libros
que hablan
de
empresas, de estrategias empresariales, de instrumentos financieros que
utilizan las empresas, y de un sinfín de mecanismos
financieroeconómicos diferentes y variados más o
menos
complejos, pero
¿quién entiende estos libros? ¿para
quiénes
han sido escritos? Muchos
de ellos, cuyos autores son eminentes expertos, son compendios de
sabiduría que no se pueden poner en duda y que pueden ser
útiles, pero
se dirigen a una minoría, a esos pocos ciudadanos que han
podido
adquirir el lenguaje de una élite. ¿Y los
demás
ciudadanos, que son
muchos miles? Los demás ciudadanos llegan a la
conclusión
de que el
tema económico-financiero hay que dejarlo en manos de los
expertos.
¡Craso error! Se puede aprender, yo diría
más, los
ciudadanos deben
aprender, actualizar constantemente y relajadamente sus conocimientos,
dándose el tiempo necesario, y utilizando en este
empeño
las
herramientas fáciles de manejar como la que representa este
libro, lo
que no tiene nada de contradictorio con el hecho de que se pueda
apelar, puntualmente o regularmente, a asesores especializados.
Siempre he considerado que era necesario, y posible, adquirir una
mínima cultura económico-financiera, necesidad
que se ha
puesto rabiosamente de manifiesto durante el período de
crisis
que estamos viviendo en el momento en el que se escriben estas
líneas. Mi convencimiento de la necesidad viene de ser
corroborado por el anuncio hecho hace poco por el gobernador del Banco
de España y por el presidente de la Comisión
Nacional del
Mercado de Valores que, en presencia del vicepresidente segundo del
gobierno y ministro de Economía, han anunciado un plan de
choque
para incrementar los conocimientos financiero-económicos de
los
ciudadanos españoles, reconociendo indirectamente que hasta
ahora no se había hecho nada para que dichos ciudadanos
pudiesen
tener una mínima cultura económico-financiera. Mi
convencimiento de que es posible viene avalado por mis veinticuatro
años de actividad en la Bolsa de París, por mis
seis
años en la Bolsa de Valencia, y por los siete
años que
llevo dando conferencias o interviniendo en los medios de
comunicación, años durante los cuales miles de
personas,
entre las cuales se encontraban muchos empresarios, han seguido mis
cursos sobre Bolsa y se han dado cuenta de que era posible tener
“un permiso de conducir sus finanzas” sin ser
analistas
financieros.
Analizar la estructura y el posicionamiento de nuestras empresas ante
el contexto económico globalizado y cambiante en el que nos
encontramos, y prepararlas para competir, no para el año que
viene o para dentro de dos años, sino para dentro de cinco,
diez
o quince años, o más si es posible, es una
prioridad
absoluta porque de ello depende el bienestar de nuestros descendientes.
La difusión
de la cultura económico-financiera es un elemento
básico
para alcanzar ese objetivo.
Aunque en el contexto 2P2I anteriormente descrito sea cada
día
más difícil analizar hechos concretos, aprender
relajadamente dándonos el tiempo necesario, considero que,
agraciadamente, todavía existen profesionales como David
Méndez que, con este libro, participa plenamente en la labor
de
hacer perder a los ciudadanos, sean empresarios o no, ese complejo tan
generalizado que consiste en creer que nunca van a entender nada de las
herramientas económico- financieras. Se
sorprenderán,
cuando lo hayan leído o consultado, que cuando se explica lo
que
parece complejo con un lenguaje sencillo pero riguroso y cuando se
utilizan ejemplos que todo el mundo puede comprender, el balance,
la cuenta de resultados, la inversión, el gasto, el
beneficio,
los mercados, la renta fija, la renta variable y un amplio
etcétera, son conceptos asimilables por el común
de los
mortales. Como decía al principio, si este libro no hubiera
sido
escrito lo hubiésemos echado de menos. Gracias, David, por
el
esfuerzo que has hecho al escribirlo.
“Si
quieres dar de comer al pueblo durante un año…
planta
semillas.
Si quieres dar de comer al pueblo durante cinco
años…
planta árboles.
Si quieres dar de comer al pueblo para siempre…
¡Edúcale!”
(Proverbio chino)
Francisco
Álvarez Molina
Ex vicepresidente de la Bolsa de París
Ex Consejero-Director General de la Bolsa de Valencia
Presidente de ÉTICA Soluciones Financieras