INTRODUCCIÓN
Es difícil comprender a un hombre fuera del contexto de
su época, y es aún más complicado
cuando ese hombre es
una figura de enorme relevancia para ese contexto como lo fue
Leonardo Torres Quevedo para la suya (1852-1936). Leonardo
Torres Quevedo fue un ingeniero de caminos casi imposible
de abarcar, y escribir de lo variado de su obra se hace complejo,
en comparación con otras biografías y
trayectorias más
lineales, más centradas en un solo campo.
Científico de primer orden mundial en su tiempo, su trabajo
ha trascendido hasta nuestros días y se encuentra presente
en nuestra cotidianidad, desde el Telekino a la calculadora.
Es necesario devolver a Torres Quevedo, injustamente olvidado
por la historia, al lugar que por derecho le pertenece entre
los grandes hombres de la ciencia.
Este libro recoge algunos artículos sobre su persona y sus
inventos, para dar a conocer su figura y sus logros. Cabe recordar
que Leonardo Torres Quevedo nació en 1852 y vivió
hasta
1936. Ingeniero de caminos, canales y puertos por la Escuela
de Madrid, eligió esa carrera por tradición
familiar y por una
innata propensión a las matemáticas. Pronto
abandonó la profesión,
y siguió su pasión: la mejora de la ciencia y la
técnica,
los inventos. Sin preocupaciones de dinero por herencia, se
dedicó por entero a estudios y trabajos
científicos, primero en
su propia casa y luego en el Laboratorio de Automática, que
le
adjudicó el Gobierno cuando se comprobó su
valía.
Vivió en Santander y Madrid, y viajó mucho por
España y
Europa. Incluso consta un viaje a Argentina. Frecuentó
tertulias
de todo tipo: literarias, técnicas y culturales.
Allí entabló
amistades, conoció políticos, trató
artistas y hombres de ciencia.
Su fama en los ambientes intelectuales hizo que Joaquín
Sorolla le incluyese en su “Galería de personajes
ilustres”.